
Los archivos son una de las instituciones imprescindibles para nuestra sociedad. Garantizan nuestros derechos, conservan y protegen el patrimonio documental y son la fuente primordial para el conocimiento de nuestro pasado.
Su importancia no es algo nuevo. El valor de los objetos que custodian es comparable a cualquiera de los productos que permiten el avance y desarrollo de la comunidad.
Eso también lo sabían en Villalba del Alcor a mediados del siglo XVIII.
Justo en mitad de siglo, 1750, los capitulares de Villalba nombraron
por llaveros del archivo a dichos señores Gonzalo Mateos y Diego Martín Zambrano (alcaldes) y a mí, el escribano, a quienes mandaron se entreguen las llaves correspondientes del pósito y archivo, las cuales se entregaron en mi presencia, y yo recibí una de las del referido archivo, y les encargaron sus conciencias para que observen y guarden recta administración en dichos caudales.
Y hasta hace apenas unos años (en algunos lugares aún sigue sin resolverse) la conservación y el espacio han sido asuntos de especial preocupación o (des)interés de las autoridades.
En nuestro pueblo fue un tema que también preocupó a las autoridades.
… acordaron sus mercedes que las casas capitulares y sitio de la escribanía pública del cabildo y rentas que usa el presente escribano se siga derribando la pared que divide las dichas casas capitulares y calabozo perdido de la cárcel de esta villa, respecto a que la alacena que está en las casas capitulares altas no puede servir para los papeles que tenía dentro por la mucha ruina que se ha experimentado en ellos por la contaminación de las ratas y ratones que se ha conocido irremediable por cuya razón se le encargó a el presente escribano la composición y separación de dichos papeles que tiene concluida y se hace forzoso colocarlos en dicha escribanía baja y por el consiguiente agrandarlas por no caber en ellas todos los papeles que al presente tiene y que estaban en la dicha alacena o archivo alto, haciéndose a el mismo tiempo una alacena más pequeña que la alta en la dicha sala baja que se ha de agrandar aforrándola con hoja de lata para el resguardo de la ejecutoria y demás papeles de cuidado de este cabildo, echándole sus tres llaves correspondientes, a costa de los propios de este cabildo…
Un problema que, afortunadamente, hoy está solucionado en nuestro pueblo.