
Este es uno de esos retazos de la historia de Villalba del Alcor que nos va a “sonar” a todos. Un relato con sonido celestial…
A lo largo de la historia de Villalba del Alcor hay momentos, situaciones, personajes y datos que, sin ser relevantes, su propio carácter anecdótico o peculiar nos permite, de manera discreta, sacar a la luz esas pequeñas historias locales.
Una campana para la iglesia de Villalba del Alcor
Esta historia comienza con la declaración de un clérigo de la parroquia de Villalba…
La campana de mayor voz y hermosura se hallaba rajada.
Estamos a finales del siglo XVIII y, pese a todo, una circunstancia como esta es motivo de preocupación para toda la comunidad.
Ante esta situación se comisiona al cura más antiguo de la iglesia para que practique las “diligencias” oportunas. El resultado ya se venía anticipando… afirma con rotundidad que está la campaña sin poder usarse.
Se trataba de una campana de buen porte. Tenía un peso de 73 arrobas (800 kg aprox.).
Desde ese momento se empiezan a llevar a cabo los trámites correspondientes y se determina que para fundirla y que quedara igual igual peso y tamaño y algunas libras más era necesario diez arrobas de metal. A esto hay que añadirle para los demás materiales de tierra, ladrillo, leña, carbón, alumbre, cera, sebo, pez, cáñamo, una tabla, tres palos, clavos, agua, un peón, cincuenta días para hacer el barro y manos del maestro lo que importaba todo 8.400 reales de vellón hasta poner dicha campana fundida al pie de la torre, todo a costa del maestro. A eso hay que añadir los tres reales y medio de vellón por cada libra de metal viejo y 6 reales y medio del nuevo y superior del príncipe.
Visto lo cual se pone en marcha el protocolo para resolver el problema de la campana. Así, el Provisor del Arzobispado de Sevilla manda un despacho, la orden para que se le encargue a un campanero la fundición de la campana, mandando que para ello otorgase (formalizase) escritura a satisfacción del mayordomo de la fábrica.
Y así lo hace el campanero sobre el que recae el encargo.
Otorgo y conozco por esta presente escritura que me obligo a hacer la fundición de la expresada campana en el peso de setenta y tres arrobas, poco más o menos, con las diez arrobas más para […] y por el precio cada libra de metal viejo de tres reales y medio de vellón y el de seis reales y medio por el nuevo de superior calidad que nombran del príncipe, siendo de mi cuenta todos los demás costos y gastos de dicha fundición hasta ponerla al pie de la torre para su colocación en ella. Y así mismo me obligo a que por el tiempo de un año contado desde el día en que se acabe de colocar en la torre dicha campana para su uso, si ésta se quebrare, rajare o desgraciare por defecto de dicha fundición ha de ser de mi cuenta, costa y riesgo a volverla a fundir hasta dejarla en el mejor uso y de toda satisfacción del mayordomo de la fábrica de dicha iglesia, sin poder pedir para ello cosa alguna por razón de metales y costas ni gastos; a lo que quiero y consiento se me ejecute y apremie con sólo esta escritura y el juramento de la parte de dicha fábrica y su mayordomo.
Para que el compromiso sea efectivo y real, el campanero hipoteca por especial y expresa hipoteca la casa de mi habitación existente en esta villa, en la calle Real della […], también una suerte de tres mil cepas de viña […] y otras viñas más…
Un contrato que se firma en esta villa de Villalba del Alcor a veinte y nueve días del mes de febrero de 1792.
Un campanero itinerante
Han pasado unos años y nos volvemos a encontrar a este mismo campanero a unos kilómetros de Villalba del Alcor, concretamente en la localidad de Pilas.
Allí, el 27 de junio de 1796, este maestro campanero… digo que por cuanto a insistencia del mayordomo de la fábrica de la iglesia parroquial de la villa de Pilas se han seguido ante el señor Provisor y Vicario General de la ciudad de Sevilla y su Arzobispado, sobre reconocimiento, aprecio y fundición de una campana, la mayor, para la torre de aquella parroquia, mediante la que había se hallaba rota […], resultó esta dicha campana sin poder usarse que tenía su peso de veinte y seis a veinte y siete arrobas y que para su fundición, según la situación y extensión del vecindario, se necesitarán tuviese de treinta y seis a cuarenta arrobas de aumento poco más o menos, cuyo costo de su nueva fundición, incluso todas maniobras y materiales de tierra, ladrillos, leña, carbón, alumbre, cera y otras menudencias precisas, ascendería a seis mil reales en corta diferencia, con inclusión de las manos del maestro, todo sujeto a el arte y reglas de la facultad con un buen sonido y, en su defecto, obligarme yo a hacer otra a costa mía a gusto del vecindario y del cura y mayordomo de aquella fábrica.
Con estas condiciones , el campanero se compromete a hacer la fundición de dicha campana con el peso de treinta y seis a cuarenta arrobas, poco más o menos, dentro del más breve término que sea dable, cuyo metal que ha de completar el citado número de arrobas ha de ser el mejor y más especial y también el que se necesite para la mazarota, habiéndome de satisfacer por razón de dicha fundición al respecto de cuatro reales por cada libra del metal viejo que contiene dicha campana y de las de aumento hasta completar el total peso a razón de siete reales también la libra, siendo de mi cargo y cuenta los costos y gastos que se ocasionaren en dicha fundición.
¿Quién es este campanero de Villalba del Alcor?
Vale, vale, pero, ¿quién es ese campanero de finales del siglo XVIII?
Se trata de un vecino de Villalba. Y así lo expresa en el contrato que firma con la fábrica de la iglesia de Pilas, cuando dice vecino que soy de Villalba del Alcor.
Dentro de la historia de Villalba del Alcor encontramos una variada nómina de personajes desconocidos o, en su defecto, casi olvidados. Éste es uno de estos personajes que, posiblemente (insisto, sólo posiblemente), diera nombre a una familia que ha conservado este apellido a lo largo de los años.
Nuestro campanero villalbero responde al nombre de Lorenzo Ornedo.
Pero de todo lo que llevamos hasta ahora, quizás, lo más interesante para la historia de Villalba del Alcor, no es sólo el hecho de haber contado entre uno de sus vecinos con un maestro campanero, sino que éste tenía sobre si la herencia acumulada de siglos de tradición campanera, de trabajo del metal, de una profesión que requería conocimientos y experiencias de muchas vidas…
Orígenes del campanero de Villalba de Villalba del Alcor
Hornedo es un lugar perteneciente al municipio de Entrambasaguas. Formó parte de la Merindad de Trasmiera, hoy comarca de Trasmiera, una de las comarcas históricas de Cantabria.
A finales del XVII se define esta Merindad de Trasmiera como muy antigua y noble y sus naturales ingeniosos, vivos, industriosos y laboriosos.
Basándonos en lo que dicen ciertos autores sobre la historia de esta comarca, parece ser que bastantes obscuros son los orígenes en Trasmiera del viejo arte de fundir metales y reducirlos a campanas, como dicen los maestros campaneros en sus contratos. Esta antigua tradición debe estar relacionada con la existencia en esta zona, desde el siglo XIV, de varias ferrerías en las que debieron trabajar conocidos fundidores de artillería. Fundir piezas de artillería y fundir campanas (la cruz y la espada) eran ocupaciones que desempeñaban los mismos maestros.
Este es un oficio, el de campanero, que se transmitía de padres a hijos, en gran parte debido al secretismo que lo rodeaba. El secreto de la fundición, las tablas de las proporciones y medidas, era un valioso tesoro y debía ser guardado y custodiado con verdadero esmero.Esa tierra fue siempre tierra de emigrantes a lo largo de los siglos, a veces temporales, a veces definitivos. El argumento que explicaría esta situación podría encontrarse en la existencia de una “excesiva oferta” de artesanos dedicados a este oficio. Había que emigrar para buscar trabajo en otras tierras.
Una familia de campaneros afincada en Villalba del Alcor
Hasta ahora no conocíamos con certeza el origen de esta familia de fundidores, lo intuíamos, sí, pero no teníamos la constatación documental.
Ahora la tenemos.
Hay que remontarse al verano del año 1757, cuando Felipe de Hornedo, natural y vecino que soy del lugar de Tramas Aguas, Junta de Cudeyo, Merindad de Trasmiera, obispado de Santander, fundidor de metales y fabricante de campanas, hijo legítimo de de legítimo matrimonio de don Pedro de Hornedo y de doña Ana La Lastra, naturales y vecinos que así mismo fueron de dicha villa… otorga su testamento el día en Villalba del Alcor, curiosamente en la casa de su consuegro.
Dice que habrá treinta y cinco años que me casé en dicho lugar de Tramas Aguas con doña María de Somadilla Cueto una parienta, por lo que tuvo que pagar la correspondiente dispensa.
Tuvieron varios hijos, don Lorenzo de Hornedo, que anda en mi compañía en la fundición de metales y fábrica de campanas, y habrá tres meses en corta diferencia que se casó en esta villa con doña Mariana Cuervo y Porras Bolaños y Fuentes, hija de don José Cuervo y Porras y de doña Teodora Bolaños y Fuentes; a don Mateo, mozo soltero, doña María de la Concepción y doña María Antonia, doncellas honestas y recatadas, todos tres menores de veinte y cinco año. Y al dicho don Lorenzo le he dado el caballo en que hacíamos los viajes con su albardón y freno…
Ahora sabemos que nuestro campanero era un villalbero, casado y asentado en nuestro pueblo, descendiente y heredero de esa antigua tradición que acompañó a los maestros de este noble oficio durante siglos.
Un maestro sobre el que podemos añadir es que su trabajo está repartido por diferentes lugares de Andalucía.
En 1760 lo encontramos trabajando para la Iglesia Parroquial Matriz de Santa María La Mayor La Coronada, en Medina Sidonia, donde funde la campana del reloj que poco después se consagra con el nombre de Santa María la Coronada y Santo Tomás Apóstol.
El verano de 1777, Lorenzo Ornedo, maestro fundidor de campanas, vecino de Villalba del Alcor, fundió dos campanas para la torre de la iglesia parroquial de Santa María de Gracia de Calañas, quedando [los eclesiásticos] muy contentos por razón de sus hechuras, construcciones y buenos sonidos de ella.
Y hasta aquí estos breves datos sobre un campanero, un apellido y las pequeñas historias de Villalba del Alcor que poco a poco vamos desvelando.