
El tratado de Utrech (1714) supuso la aparición de una conciencia nacional en la que los territorios formaban parte de un imperio… español, desligado de la dinastía que ostentaba la corona en esos momentos.
Frente a la pérdida de influencia en Europa, el imperio crece territorialmente fuera de sus fronteras europeas. Solucionar este desajuste pasaba por mantener el dominio del Atlántico y la defensa de las Indias, un esfuerzo económico al que el país no parecía capaz de hacer frente. Faltaban recursos materiales, humanos, económicos, tecnológicos y científicos.
Y es en esos momentos, a mediados del XIX, cuando surge la figura del marqués de la Ensenada que, a través de un ambicioso plan de reformas, aspira a devolver a España el papel de potencia europea que ha ido perdiendo progresivamente a lo largo de las últimas décadas.
Su programa reformista arranca con un plan de optimización de los recursos, de los ingresos y gastos de la Hacienda Real, al que, en paralelo, le suma otros proyectos de reforma que tienen como objetivo alcanzar esa posición dominante como potencia europea.
Biografía de Zenón de Somodevilla
La vida de don Zenón de Somodevilla y Bengoechea, I marqués de la Ensenada, se resume en el lema con el que acompañó su título nobiliario: En sí nada. Esa referencia a sus orígenes humildes describen a la perfección lo que fue su vida.
Este ministro de cuatro secretarías (ministerios) y consejero de estado en tres reinados diferentes fue un personaje de vida singular.
Los primeros años
“Parecía buen católico pero no se le conoció confesor” (pasquín de la época).
Esta frase de sus contemporáneos nos deja entrever cómo era: empático y social, astuto, pero sin caer en el nepotismo.
Nació el 25 abril de 1702 en un pueblo de Logroño. Su padre, un hidalgo rural, le transmitió la hidalguía, dándole así acceso a una carrera política que lo llevó a emprender algunas de las reformas más relevantes de la vida de la España del XVIII.
Tras abandonar su casa siendo un niño apareció en Cádiz sirviendo en la Marina. Allí aprendió todo aquello que por su origen humilde nunca pudo hacer.
Su formación se reducía a las enseñanzas que recibió de niño en La Rioja. Nunca pisó una universidad aunque eso no le impidió progresar y ascender en el escalafón gracias a sus capacidades organizativas y de gestión. Ensenada no fue un hombre de acción, su carrera se desenvolvió en el área administrativa.
De la mano de dos personajes de especial relevancia histórica, Patiño y Campillo, ministros ambos, pasó por los arsenales de la Marina a medida que iba ascendiendo en su carrera y ampliando sus conocimientos y dotes organizativas.
Por su destacada actuación en la conquista de Nápoles, Carlos III, siendo Infante de España, le otorgó el título de Marqués de la Ensenada en 1736.
De regreso a Madrid se hizo cargo de la Secretaría del Almirantazgo comenzando su carrera en la Corte. Su cercanía a la reina Isabel de Farnesio, una figura clave de este período histórico, y sus relaciones cortesanas llevaron a muchos personajes influyentes del momento a decir de él:
“aspirará a puestos elevados disputándoselos a los grandes” (Farinelli).
Así, rodeado de amistades y contactos, va creando un círculo que luego compondrá la llamada farándula de don Zenón.
En 1740, durante la campaña de Lombardía toma conciencia de la realidad de un ejército en plena decadencia y de una diplomacia que se había convertido en el arte del engaño.
El ascenso
En 1743 le llega la noticia de su nombramiento como ministro tras la muerte de su antecesor y amigo, José del Campillo.
No es de extrañar que la sorprendente elección del marqués pudo ser fruto de esas amistades femeninas que cultivó en su periodo cortesano y la cercanía a la reina Isabel de Farnesio, que vio en él una persona con un interés compartido por un asunto que sería la causa de éxitos nacionales y fracasos personales: las Indias y su defensa a través de una poderosa armada que las defendiera ante el riesgo de perderlas a manos de Francia e Inglaterra.
Un proyecto de Estado
Cuatro fueron los ministerios de los que se hizo cargo: Hacienda, Marina, Guerra e Indias. Y todos con graves problemas.
Un dato que da idea de la situación que se vivía en esos momentos es que la Hacienda Real había quebrado unos años antes declarándose en bancarrota.
En 1746, se corona a Fernando VI. Su cercanía a la nueva reina le facilitó el acceso al nuevo rey con lo que acabó convirtiéndose en el secretario de todo (el padre Isla).
En 1748 se firmó el tratado de Aquisgrán y comenzó una etapa de reformas aplicando esa teoría maquiavélica aprendida en los años de guerra en Europa: de manera silenciosa y sin que lo sienta la tierra.
Comienza así a ejecutar sus grandes proyectos.
Su idea era poner en marcha una estrategia global, a largo plazo, que arrancaba a partir de un plan de desarrollo interior. Eran barcos y cañones pero también eran infraestructuras, reformas militares y administrativas en todos los rincones del imperio.
Era un proyecto político global que implicaba una serie de actuaciones tanto a nivel interno, en el país, como a nivel internacional (a través de las relaciones diplomáticas).
Para conseguirlo supo rodearse de un equipo humano capacitado que compartía esa visión: banqueros, espías, intelectuales, científicos…
Ensenada hizo gala de la que quizás fue su habilidad más brillante: su capacidad de formar equipos de hombres honestos y capaces, que se ocupaban de ejecutar cada uno de los proyectos.
Paz a la espera
Sobre el papel las cosas estaban claras. Inglaterra tenía como objetivo destruir el monopolio de España en América. Pero para eso tenía que imponerse a la alianza franco-española, que por tierra era la más poderosa (Francia) y por mar, la marina española era la única que le podía disputar su supremacía.
Destruyendo su poder naval, España no podría mantener su imperio.
Esto no lo pensaba sólo Inglaterra, Ensenada compartía esta visión de la situación y sabía que una paz duradera iba a favor de su estrategia de reconstrucción y fortalecimiento de la Marina de Guerra para hacer frente a una, cada vez más, poderosa Inglaterra que necesita abrir nuevos mercados para su creciente industria. Unos mercados que, tenía claro, estaban en América.
Patiño, su antecesor ya había iniciado este camino fundamentado en la paz y la regeneración interior.
La ambiciosa política exterior practicada por Felipe V y su mujer y su dependencia de los Pactos de Familia impidieron la aplicación real de un extenso programa de reformas
Si lograr la paz, disponer de caudales, aliviar a los vasallos y conocer mejor los reinos fueron objetivos bien definidos por Ensenada, la niña de sus ojos fue la Marina.
Los mismos enemigos reconocieron muy pronto cuál era ese proyecto global:
llenar los cofres del rey y armar una marina poderosa (embajador inglés Benjamin Keene).
Fueron años de cierta calma, de discreción política en el ámbito internacional pero de una intensa actividad de fondo, de trabajo oculto, de espionaje y de diplomacia en la sombra

El primer paso de su plan reformista
Ensenada, como ministro de Hacienda, conocía el complejo entramado de los impuestos, la auténtica causa de muchos de los problemas económicos, endémicos, del reino.
porque rica, la Monarquía será respetada de todos, y pobre, de todos será despreciada.
Su estrategia global, pasaba por llenar las arcas del rey para poder emprender el ambicioso plan de convertir a España en juez y árbitro de la política europea con el mantenimiento de la integridad territorial del imperio. Devolver a España su papel de primera potencia europea.
…el rey sólo será rico si lo son los súbditos y si éstos contribuyen en proporción a su riqueza.
Esta frase tan reveladora inspiró otro de los grandes proyectos de Ensenada: la implantación de una única contribución en el Reino de Castilla.
Se trataba de imponer una cantidad determinada a cada pueblo en proporción a la riqueza reflejada en un catastro que registraría el valor de las rentas generadas por la propiedad, y las actividades profesionales.
El objetivo del catastro era conocer la verdadera riqueza de Castilla y por extensión, de España.
Una iniciativa que se anticipó en varias décadas a lo que sería, más adelante, una práctica fiscal en las monarquías europeas.
Comenzó a tomar medidas que culminaron, finalmente, con la puesta en marcha del famoso Catastro de Ensenada, un conjunto de material documental y de información sin parangón en la historia moderna de Europa.
cada uno debe pagar por lo que tiene”.
La reforma de la Real Hacienda no se planteó como un impuesto complementario para sacar más de donde hasta entonces, del pueblo llano, se había venido sacando buena parte de los ingresos. Se trataba de modificar un sistema fiscal falto de equidad por otro en el que todos, sin excepciones ni privilegios, contribuyesen, convirtiéndose este nuevo gravamen, de sencilla aplicación en una única contribución, verdaderamente proporcional a la riqueza de cada vasallo, fuese lego o clérigo, noble o del estado llano.
Las reformas navales
Ensenada no era un simple ministro de Marina, era un hombre decidido, un visionario, a desarrollar una estrategia global en materia naval, algo que consideraba imprescindible para el desarrollo del país, desde el interior hacia el exterior.
Me he criado en la Marina.
La reforma naval se convirtió en el puntal de su estrategia en favor del desarrollo y modernización de una Marina de Guerra que permitiera devolver a la Monarquía el prestigio y el poder que había ido perdiendo a lo largo de tiempo y afianzar su papel de árbitro en el escenario europeo, dotándola de una capacidad que la volviera a colocar a la altura de las más poderosas del momento.
Desde 1740, reinando Felipe V, venía rumiando Ensenada su ambicioso plan de reforma naval.
Somos ignorantísimos”.
Ensenada era consciente del retraso tecnológico en materia de construcción naval por eso pensó que el camino más rápido era aprender de otros, de los que sabían en estos asuntos. No era fácil acceder a un conocimiento que era verdadero secreto de estado. Por eso recurrió al espionaje. Diseñó un complejo sistema de “inteligencia” y de información, que le permitió acceder y traer a España los instrumentos, el conocimiento y los expertos que contribuirían al despegue y desarrollo de una industria naval puntera y moderna.
El caso más conocido es el de Jorge Juan, amigo y estrecho colaborador de Ensenada. Este marino, científico, matemático, expedicionario, fue capaz de obtener planos y diseños de los navíos más modernos de la marina real inglesa, además de conseguir traer a España a un grupo de ingenieros , expertos y constructores navales ingleses.
Estamos en 1752 y ya es evidente que Ensenada tiene encauzada la profunda y necesaria renovación de la Armada y su organización.
Esta profunda reorganización de la Armada tenía en cuenta las necesidades de los marineros, los sueldos, la carrera de los oficiales y hasta las fuentes de abastecimiento de materiales y pertrechos necesarios en la industria naval, lo que permitió desarrollar las primeras leyes de repoblación de bosques, además de impulsar las fábricas reales al servicio del ejército.
El objetivo fue desarrollar una gran armada que devolviese el dinamismo a las flotas que iban a Nueva España. En el caso de Tierra Firme y Perú se asumió la sustitución definitiva de los antiguos galeones por los navíos de registro. De modo que se mantuvo el sistema de la antigua Carrera de Indias, instaurado a mediados del siglo XVI, aunque con algunas correcciones para su mejora.

En líneas generales, el planteamiento fue:
- Legislación. Publicación de las Ordenanzas para el gobierno militar, político y económico de la Armada.
- Los arsenales. Este fue el eje central del proyecto reformista. Con Patiño ya habían sido objeto de especial atención y habían conseguido dar un salto de calidad en cuanto a su estructura, organización (tres departamentos marítimos con sede en El Ferrol, Cartagena y Cádiz) y funcionamiento (Ordenanzas de Generales de Arsenales). Jorge Juan tenía clara la finalidad de cada departamento: Ferrol para construir, Cádiz para conservar y Cartagena para reformar.
- Los recursos y el conocimiento. En este apartado es donde destacan con autoridad las figuras de Jorge Juan y Antonio de Ulloa. Sus conocimientos y su aportación contribuyeron a la modernización y ejecución de los planes y exigencias del proyecto de Ensenada. El éxito de las “gestiones” de ambos ilustres marinos y científicos ilustrados permitieron que los recursos materiales y humanos más modernos llegaran a España y que en pocos años se viera el fruto de este trabajo: en 1751 fue botado el primer navío construido a la inglesa.
- La planificación en la obtención de las materias primas. La construcción de los grandes arsenales y la puesta en marcha de los planes de Ensenada provocaron que hacia mediados del siglo la escasez de coníferas empezara a resultar un problema. Entre 1748 y 1751 se empezaron a promulgar las primeras ordenanzas para regular la plantación de árboles y la tala de bosques, a la vez que se buscaban nuevas poblaciones de madera fuera de la Península (Italia y países bálticos). La Ordenanza para el gobierno de los montes y arbolados de la jurisdicción de Marina (1748) garantizó a la Armada abastecerse de árboles para la construcción nava. En contrapartida se promulgaron medidas para evitar esquilmar los bosques (Ordenanza para el aumento y conservación de montes y plantíos, 1748). Por otro lado, la necesidad de grandes cantidades de hierro para la construcción de barcos convirtió a la Marina Real en uno de los grandes propulsores de la metalurgia española, dando como resultado, con el paso del tiempo, la creación de los altos hornos del norte de la Península.
- Los recursos humanos. El proyecto naval ensenadista también contó con un plan de reclutamiento de marinería. Se emplearon grandes cantidades de dinero en la recluta, tanto de marinería como de profesionales para las maestranzas, y en la formación de los oficiales.
Las reformas indianas.
América era otro gran foco de preocupación para este estadista, quizás el más importante.
Era primordial controlar los flujos de dinero procedentes de aquellas tierras.
Para tal fin, como ministro de Indias, puso en marcha varias reformas:
- Creó una Contaduría General de Indias que le permitía, de manera directa, fiscalizar y controlar la actividad económica del Consejo de Indias (pagar créditos, sueldos, pensiones, ayudas…)
- Amplió las competencias de los virreyes en el área hacendística aunque siempre sometidos a su ministerio. Esta medida le permitió tener un mayor conocimiento sobre la realidad contable de estos territorios.
- Colocó en los altos cargos de la administración indiana a personal de su confianza.
- Estableció juntas de experto que lo asesoran en asuntos de la administración indiana (comercio y esclavos, contrabando, mejora y modernización de las defensas de los principales puertos).
La Reforma Militar
A partir de su llegada al ministerio de Guerra, entre sus muchas decisiones se incluye una profunda reforma del ejército, sobre todo en materia cuantitativa. Una reforma que supuso una reducción de un 20% del total de sus efectivos.
Las medida que más impacto tuvieron en materia militar fueron los cambios que introdujo en una parte del entorno militar, en concreto los Guardias Reales, cuerpos muy privilegiados cuyos componentes se redujeron en un 50%.
Posiblemente esta reforma militar fue uno de los motivos que provocaron su caída en desgracia y su final político en 1754.
Esta reforma militar dirigida a rebajar el número de efectivos militares se pone en marcha en 17549.
Y es curioso como, en 1751, apenas dos años después de la cuestionada reforma militar, Ensenada reconocía la necesidad de incrementar los efectivos militares ante la inferioridad que mostraban ante el poderoso ejército francés, 3 veces más numeroso que el español en la infantería y 4 en caballería.
Razones para una reforma contradictoria
Esa marcada diferencia entre el ejército francés y el español en 1751, es también una consecuencia de las reformas emprendidas por el propio Ensenada dos años antes.
La reforma emprendida por Ensenada no es algo nuevo ni un planteamiento original, tiene su sustento su inspiración en algunos otros militares que unos años antes ya plasmaron esa idea de reforma dirigidas a la reducción de los efectivos militares.
Mantener ese contingente era innecesario tras el fin de la Guerra de Sucesión, aunque la tendencia general fue la de un incremento progresivo a lo largo de la primera mitad del siglo XVIII. Hay que recordar cómo, antes de la llegada de Ensenada a la cartera de Guerra, se habían creado una veintena de regimientos para la guerra en Italia.
La reforma llevada a cabo con la ayuda de estos militares se centró en la reducción del número total de efectivos y del número de unidades (más que en reducir cuerpos propiamente).
Esa reducción de efectivos del ejército permanente sería compensada en parte con el reclutamiento de soldados en el extranjero y las milicias catalanas.
Las medidas que se tomaron bajo el falso influjo de un periodo pacífico fueron rápidamente desestimadas por el propio ministro que, apenas unos años después, aboga por una vuelta a la situación anterior a la reforma, llegando incluso a proponer un aumento de los efectivos.
Además, el mismo Ensenada fue responsable de los errores a los que llevó esta reforma ya que años antes había puesto en marcha una venta de empleos de oficiales para recaudar dinero, lo que provocó, a la larga, un colapso en la carrera militar y en la calidad de los oficiales.
Tendrá el Rey capitanes pero no oficiales” (marqués de la Mina).
La reforma de las Guardias Reales (las tropas de la Casa Real)
Tenemos que recordar que este cuerpo era la principal institución de la que salían los mayores empleos del ejército.
Esta reforma no sólo iba dirigida a reducir su número, el número de efectivos, en paralelo con la reforma militar, sino también en recortar sus privilegios y reducir su autonomía en lo económico y en su gestión (sólo respondían ante el Rey). Estas medidas se traducen en un control y reducción de los gasto y, en su control efectivo por parte del ministerio, lo que permitía reducir sus enormes privilegios derivados de su cercanía al rey y por su influencia en la Corte.
Dentro de ellas especial atención a las Guardias de Corps. Este cuerpo el objetivo era reducir su influencia recortando el número de efectivos y cercenando sus privilegios.
La caída de Ensenada
Ensenada había metido manos en muchos asuntos, se había granjeado enemigos internos y externos.
1754 es el año de su caída en desgracia, y el momento en que las intrigas en su contra consiguen desplazarlo del gobierno.
Una de las causas de su destitución fue, en un ranking de importancia, su enfrentamiento con Inglaterra en América, y su supuesta actuación de espaldas al rey.
Internamente también tuvo numerosos enemigos.
Los nobles habían visto como el catastro les había obligado a sacar a acreditar sus rentas y propiedades.
La iglesia, por su parte, tampoco lo veía con buenos ojos. Lo que parecía bueno para el rey no lo era tanto para ella.
No se le ha dado mucha importancia a la reforma del ejército, en concreto a las que llevó a cabo en las Guardias Reales. Su injerencia en este terreno debió influir, desconocemos en qué medida, en el final de su carrera política. Un recién llegado a la nobleza titulada, aún considerando que dirigía los ministerios más importantes del momento, se había enfrentado a la vieja aristocracia asentada en los cargos privilegiados cercanos al Rey.
Y los exteriores fueron decisivos.
Los primeros los ingleses, que veían con temor el crecimiento de la potencia naval española y que pusieron todo su esfuerzo en crear discordia e intrigar contra él.
Con su caída en desgracia pensaron que habían sepultado el proyecto naval español.
No se construirán más barcos en España (carta del embajador inglés a su rey).
… cuán equivocado estaba.
Tras su destitución se instaló en el Puerto de Santa María, cerca de Cádiz, donde todo comenzó.
El rey Fernando VI muere en 1758, tal vez arrepentido de haber prescindido de una figura como ésta.
Volvió a la corte siendo rey Carlos III. Pero todo había cambiado y la corte estaba ahora llena de italianos. Allí, de nuevo asediado por sus enemigos políticos, acaba siendo desterrado a Medina del Campo donde murió en 1781.